Verdegen encara aquells camps
i duren aquelles arbredes
i damunt del mateix atzur
es retallen les meves muntanyes.
Allí les pedres invoquen sempre
la pluja difícil, la pluja blava
que ve de tu, cadena clara,
serra, plaer, claror meva!
Sóc avar de la llum que em resta dins els ulls
i que em fa tremolar quan et recordo!
Ara els jardins hi són com músiques
i em torben, em fatiguen com en un tedi lent.
El cor de la tardor ja s’hi marceix,
concertat amb fumeres delicades.
I les herbes es cremen a turons
de cacera, entre somnis de setembre
i boires entintades de capvespre.
Tota la meva vida es lliga a tu,
com en la nit les flames a la fosca.
i duren aquelles arbredes
i damunt del mateix atzur
es retallen les meves muntanyes.
Allí les pedres invoquen sempre
la pluja difícil, la pluja blava
que ve de tu, cadena clara,
serra, plaer, claror meva!
Sóc avar de la llum que em resta dins els ulls
i que em fa tremolar quan et recordo!
Ara els jardins hi són com músiques
i em torben, em fatiguen com en un tedi lent.
El cor de la tardor ja s’hi marceix,
concertat amb fumeres delicades.
I les herbes es cremen a turons
de cacera, entre somnis de setembre
i boires entintades de capvespre.
Tota la meva vida es lliga a tu,
com en la nit les flames a la fosca.
Lingua: Spagnolo
Versione castigliana di Gustavo Sierra Fernández
A MALLORCA DURANTE LA GUERRA CIVIL
Verdean aún aquellos campos
y duran aquellas arboledas
y sobre el mismo azul del cielo
se recortan mis montañas.
Allí las piedras invocan siempre
la lluvia difícil, la lluvia azul
que viene de ti, cadena clara,
sierra, placer, ¡claridad mía!
Soy avaro de la luz que me queda dentro de los ojos
¡y que me hace temblar cuando te recuerdo!
Ahora los jardines son como músicas
y me turban, me fatigan como en un tedio lento.
El corazón del otoño ya se marchita,
concertado con humaredas delicadas.
Y las hierbas se queman en cerros
de cacería, entre sueños de septiembre
y nieblas entintadas de atardecer.
Toda mi vida se liga a ti,
como en la noche las llamas a la oscuridad.
Verdean aún aquellos campos
y duran aquellas arboledas
y sobre el mismo azul del cielo
se recortan mis montañas.
Allí las piedras invocan siempre
la lluvia difícil, la lluvia azul
que viene de ti, cadena clara,
sierra, placer, ¡claridad mía!
Soy avaro de la luz que me queda dentro de los ojos
¡y que me hace temblar cuando te recuerdo!
Ahora los jardines son como músicas
y me turban, me fatigan como en un tedio lento.
El corazón del otoño ya se marchita,
concertado con humaredas delicadas.
Y las hierbas se queman en cerros
de cacería, entre sueños de septiembre
y nieblas entintadas de atardecer.
Toda mi vida se liga a ti,
como en la noche las llamas a la oscuridad.
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Musica di Maria del Mar Bonet (1974)
Mallorca es tomada sin grandes dificultades, y una especie de aventurero y mercenario fascista italiano, llamado Arconovaldo Bonacorsi, quien se hacía llamar “Conde Rossi” y a veces “general Aldo Rossi”, a la sazón enviado por Mussolini como una especie de vicecónsul, dirige una de las más brutales represiones contra la población civil, hasta el punto de que Georges Bernanos, todo un escritor católico, afín a los sublevados fascistas, llega a escribir asqueado un testimonio sobre tales crueldades en Los grandes cementerios bajo la luna.
Ante la imposibilidad, por su actividad en el ejército republicano (al que se alistó, aunque su delicado estado de salud le mantuvo alejado de la acción), de poder regresar a Palma, su ciudad natal, escribe uno de los más bellos poemas del período de la guerra civil, comparable a los de Antonio Machado, en el que la ausencia de reflexión política o de arenga revolucionaria es suplida por la nostalgia propia del exiliado. Rosselló-Pòrcel muere en El Brull en 1938, a los 24 años de edad, a causa de una tuberculosis, y se convertiría en el símbolo de una generación literaria catalana perdida. Su amigo Salvador Espriu le dedicaría una hermosa poesía a su memoria.
Por otro lado, y como fue la costumbre, su labor –a parte de la esforzada labor editorial, que tuvo que luchar contra los vientos y las mareas de la censura institucional, y que en ningún caso debe ser olvidada ni obviada- fue difundida y popularizada por varios cantautores, entre ellos la hermosa Maria del Mar Bonet, quien en su disco epónimo de 1974, para el que contó con la colaboración del también grande Hilario Camacho (¿enemistad castellanos-catalanes?, para quien la quiera, para quien la crea), y con una maravillosa portada confeccionada por el inmortal Joan Miró, rescataba algunos de los poemas de este gran autor mallorquín.
Por supuesto, y supongo que con trabas institucionales, este implícito alegato contra la guerra y el fascismo, fue cantado por la bardesa balear.
La Zamarra de Gustavo