Voy a cantar
para que escuchen mi canción,
como una aguja
que traspase la razón.
Escucha la negra historia,
la leyenda de la muerte
que narran los moribundos
desde allá.
Era una tierra
devastada por el sol.
Con cada nombre
se esparcía el resplandor.
Y el águila temerosa
del mundo que la aplastaba
tan negra como sus alas
los golpeó.
Y allí se libró
una batalla por el sol
que unos desdeñan
y otros pesan con amor.
No se vuelvan las espaldas,
apréstense bien los brazos,
andemos al mundo
sin decirle adiós.
Y allí se libró
una batalla por el sol
que unos desdeñan
y otros pesan con amor.
No se vuelvan las espaldas,
apréstense bien los brazos,
andemos al mundo
sin decirle adiós.
Nunca adiós.
para que escuchen mi canción,
como una aguja
que traspase la razón.
Escucha la negra historia,
la leyenda de la muerte
que narran los moribundos
desde allá.
Era una tierra
devastada por el sol.
Con cada nombre
se esparcía el resplandor.
Y el águila temerosa
del mundo que la aplastaba
tan negra como sus alas
los golpeó.
Y allí se libró
una batalla por el sol
que unos desdeñan
y otros pesan con amor.
No se vuelvan las espaldas,
apréstense bien los brazos,
andemos al mundo
sin decirle adiós.
Y allí se libró
una batalla por el sol
que unos desdeñan
y otros pesan con amor.
No se vuelvan las espaldas,
apréstense bien los brazos,
andemos al mundo
sin decirle adiós.
Nunca adiós.
×
(Extractos de una entrevista a Silvio Rodriguez conducida por Rina Bermayor, La Habana, Cuba, Marzo 1980)