Las Victimas CivilesSomos tus adicciones, tu alter ego todavía peor, la caidita de Roma, el cadáver exquisito de Hiroshima o de Benidorm, los últimos románticos de esta tragicomedia pornográfica, y el hedor vacío de la prensa digital en bañador.


Somos siempre víctimas y siempre civiles y en cualquier escenario y por cualquier causa innoble y variopinta estamos cantando y cayendo por ti.

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Héctor Arnau (voz, letras), Ernest Aparici (teclados y vientos), Pau Miquel Soler (guitarras y bajo), Toni Blanes (batería), Xavi Muñoz (bajo y teclados), Pau Aracil (guitarras y bajo) forman Las Víctimas Civiles. Su mayor éxito reconocido hasta la fecha es el de ser la primera banda “conciliadora en el siglo XXI entre la amargura del punk clásico y las variopintas amenidades de la socialdemocracia”. Cuenta la leyenda que la banda comienza a formarse en Barcelona legendariamente durante las manifestaciones contra la segunda guerra de Irak y termina conformando su primer EP adelanto ‘Devenir Empresa’ en 2015 y un primer largo ‘40 años de éxitos del postfranquismo español’ en 2016, ambas referencias fruto del crowdfunding, la penuria cómica y la autogestión.

A medio camino entre la poesía, el punk y ciertos aires del glam-rock, pero siempre con el eclecticismo como guía, Las Víctimas Civiles presentan un directo de alta graduación en el que despliegan su capacidad musical, performática e incluso filosófica. Adscritos a la cultura crítica y la sátira más funesta, las letras de Héctor Arnau (compositor, cantante y escritor) profundizan en diversas cuestiones del vano ayer y del terrible hoy, pero sobre todo, de nuestra tragicómica actualidad. Letras afiladas y un directo en el que su frontman pone en relevancia su capacidad, no solo compositiva, si no de comunicación directa con el público. Una apuesta arriesgada en aciagos días que han intercalado con sus ocupaciones de supervivencia base. Ahora presentan ‘El auge de la extrema pereza’ (Telegrama, 2020) un nuevo EP en el que profundizan en sus crónicas de lo cotidiano y lo adivinatorio, en un universo cercano, pero para muchos paralelo, para otros inexistente, en el que la poesía y la música se dan la mano con fraternal franqueza.